El arte es una cosa muy bacana

JAIME ÁVILA

(Saboyá, Boyacá, 1966 – Bogotá, 2020)
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Natalia Castillo: En algunos casos el entorno en el cual vive un artista lo conduce a que haga lo que se ha llamado “Arte comprometido”. ¿Qué opina del arte rotulado con ese nombre, y cómo se ve reflejado esto en su obra?

Jaime Ávila: Pues es una cosa muy personal. Hay artistas que son muy comprometidos en su trabajo, entonces viven felices como una araña haciendo su telaraña, es su forma de ser y eso es interesante. Hay otros artistas que trabajan con otros temas o técnicas e igual son comprometidos, cada uno tiene su manera de ver, es muy relativo. Yo creo que la palabra “comprometido” es un cliché, no siento que realmente diga algo. Todos los artistas hacen arte porque les gusta. Tú puedes hacer, por ejemplo, cosas con texturas de ropa de bebés y ya, eso también es comprometido.

En mi caso, muchos de mis trabajos han surgido de manera espontánea, otros por el simple deseo de hacerlos, porque no me aguanto las ganas y los hago y me producen mucho placer. Por esta razón no me parece que se deba ver el arte desde el término comprometido. Además de arte yo hago muchas otras cosas, hago negocios, trabajo con mi familia y en ese medio mucha gente no se imagina que yo sea artista, entonces realmente el compromiso es algo que llevo muy dentro de mí. 

NC: ¿Qué opina de los espacios y galerías alternativas, cómo cree que están funcionando actualmente y cómo influyen en los artistas?

JA: Siento que los espacios alternativos tienen dos opciones: o ser un fracaso absoluto o ser un éxito absoluto. Los espacios que se han abierto hasta ahora son muy poquitos porque es muy complicado, casi siempre la gente que abre espacios alternativos fracasa muy rápido, yo me impresiono con toda la emoción que le meten para generar un espacio que después nadie visita, los amigos, y eso. Y es una lástima porque se tiene una pretensión arrolladora de que va a ser algo buenísimo y al hacer el balance no es nada. Es muy difícil, se necesita mucho dinero, se necesita mucho apoyo y no lo hay. Creo que en eso nos hace falta todavía mucha experiencia. 

NC: ¿Qué opina del mercado del arte en Colombia?

JA: El mercado del arte en Colombia es muy joven. El mercado no depende de los artistas, sino de personas externas que se interesan por el talento de un artista y por vender sus obras y sus ideas. Eso es una profesión aparte. Pero lo que sí me parece fundamental es que desde las universidades se les enseñe a los estudiantes de arte a entender que ese mercado existe y que existen ciertas estrategias para poder mover su trabajo y vivir de él, cosa que es esencial. Hay artistas que son muy buenos no sólo como artistas sino también como estrategas del mercado, y ese es el paquete ideal. Pero, como dije, el mercado del arte aquí todavía es muy joven.

Yo no manejo una estrategia de mercado: simplemente sé si una obra es buena o si es un fracaso. En el mercado hay cosas que son malas e igual tienen mucho mercado, sucede muchísimo, y otras que siendo muy buenas no lo tienen, eso depende, porque una obra puede ser buena, pero no comercial… 

O sea, a mí no me va a gustar comprar tres palitos amarrados con tres cosas, eso es pura basura, pero como obra puede ser bueno… ahí es cuando entran los museos, que son los que la podrían comprar, pero igual ellos tienen un carácter, una rigurosidad, una selección muy estricta. En torno al mercado existen muchos prejuicios, como que se le quiere satanizar, pero uno como artista debe aprender a manejarlo. Con Juan Gallo, en la galería Al Cuadrado, que era con la que yo trabajaba, aprendí, por ejemplo, que para vender hay que usar formatos comerciales que ahorita son los bidimensionales: la fotografía, el dibujo, la pintura, etc., porque son cosas que la gente siempre va a querer.

NC: ¿Qué opina de la crítica de arte que se hace en Colombia y cómo ha sido su relación con ella? 

JA: A la crítica de arte en Colombia le falta ser mucho más generosa, en el sentido de que informe con más simplicidad y claridad. Es una crítica que se hace para diez gatos, que siempre hablan de lo mismo, y nadie más la entiende. Entonces no hay crítica, eso no sirve para nada. No hay mucha crítica, y la que hay produce inestabilidad y ambigüedad y pues eso no es ser crítico. Lo interesante sería leer a alguien que tuviese la capacidad de hacer de lo complejo, algo fácil de entender.  

NC: ¿Cuáles considera que son las cinco obras más importantes del arte contemporáneo en Colombia? ¿Por qué?

JA: ¿Del arte contemporáneo en Colombia…? pues no sé, pensaría que: 

  • Musa paradisiaca, de José Alejandro Restrepo: importantísima. 
  • Noviembre 6 y 7, de Doris Salcedo: justamente anoche estaba leyendo un libro y vi unas fotos de esa obra en un museo y me parecía como si estuvieran viendo algo que no fuera Colombia, sino que fuera de otro planeta. 
  • Colombia, de Antonio Caro: hay una anécdota chistosa… yo estaba en el 96 en Nueva York y pasé por una tienda en la que tenían camisetas con el Colombia de Antonio. Después me lo encontré y le dije: ¡Antonio, están vendiendo camisetas tuyas en Estados Unidos y no te están pagando nada!, esa es una obra bonita, como de portada. A él no le importó.
  • Los suicidas del Sisga, de Beatriz González: una obra que nunca pierde vigencia, es como una obra del mundo… ¡Parejas suicidas por amor! Es un drama contemporáneo, cambia el lugar, pero ella lo pone en un espacio local, es una obra especial. 
  • Río Cauca, de Alicia Barney: esa obra me parece buenísima, puso como una bomba que iba a explotar al meter esas muestras de ríos en un museo. 

NC: ¿Cómo define las dinámicas del arte contemporáneo en Colombia?

JA: Evolucionan, se nutren y se muestran como sucede con cualquier evento cultural del mundo. El ser humano se nutre de cosas que lo seducen, lo fascinan y también que lo hostigan y se hastía, así sucede con el arte contemporáneo. Es algo que depende mucho de la gente y de la situación del mundo, entonces, por ejemplo: en Colombia en el 92, cuando yo empecé a mostrar mi trabajo, en el mundo estaba de moda el pop de los alemanes, el neo expresionismo salvaje, los colores chorreados, el grafiti y la gente creía que esa era la máquina contemporánea, la vanguardia. Uno mira que en el 99, después de la música electrónica, la gente tenía un fastidio y un hostigamiento y quería algo diferente así que se fueron por la documentación, que es otra manera de ver el arte. 

El arte se mueve como un ser vivo, se cansa, se satura, se relaja, ansía el conflicto, y cuando yo miro el arte contemporáneo digo que las cosas se vuelven moda, se desvanecen y se devuelven. 

NC: ¿Qué consejo le daría a las personas que actualmente se están formando como artistas? 

JA: Meterse en cuanta cosa les llame la atención, eso es importante, y lo otro es entenderse uno mismo, o sea, no dejarse llevar por el despecho, por esas cosas que lo afectan a uno y que al fin y al cabo son triviales, cosas pequeñas como las peleas con los papás, que se levante de mal genio… cosas que no llevan a nada. Lo que sí lo ayuda a uno es ponerse unas finalidades y lograr crearse un mundo que realmente sí exista… creer que, por ejemplo, una beca puede cambiarle a uno la vida, que si le hace falta plata se invente un negocio (la gente reniega de eso) pero se puede producir, se puede poner un restaurante para que le produzca dinero que le permita hacer su trabajo, a la gente le da vergüenza… ¿Qué tal yo trabajando en una fábrica de calzoncillos, o vendiendo diez boletas para poder comprar los marcos y poder hacer una exposición?… pero es una opción y tener esa capacidad me parece importante. El estrato es un concepto inventado en Bogotá, que es bueno y es malo, es perverso, digamos si comparan a un estudiante de universidad pública con el de una privada, lo que va a pasar cuando terminen su carrera es muy distinto, las posibilidades son distintas pero el medio les va a exigir lo mismo, entonces yo creo que el consejo podría dárselo a alguien que no tenga opción de apoyo de la familia después de la universidad, y es ese, inventarse un negocio, poner una microempresa y costearse lo que realmente quiere para no volverse una carga para la sociedad. 

NC: ¿Qué es arte para usted? 

JA: Es hacer lo mismo pero diferente. Hablar, pero hablar diferente, escribir pero escribir diferente, pensar pero pensar diferente. Cambiar el qué del cómo. Eso tiene el arte y por eso es una cosa muy bacana. 

 

Bogotá, 25 de Julio de 2012

Esta entrevista hace parte de “Los hijos de la Guerra fría | Arte contemporáneo en Colombia”, libro de Natalia Castillo Verdugo.

FOTOS: ©Juan Osorio

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